sábado, 23 de julio de 2016

17.- Asado 100% uruguayo en "Cal Pau". Playa Verde- Piriápolis.

Decidimos recorrer los 80 km que nos separaban de Montevideo a Playa Verde/ Piriápolis en Omnibus, 160 U$ (5 €). Allí vivía nuestro amigo Pau y presentarnos directamente en su nuevo restaurante sin previo aviso era una idea que se había instalado hacía tiempo en nuestra cabeza.



Creo que Lourdes o Romina me habían informado que el restaurante estaba en Playa Verde. Un lugar pequeño en el que, a priori, no tendríamos demasiados problemas para encontrarlo. 


Pau y Celina llegaron con apenas 20 años a Barcelona y desde un inicio lo único que hicieron fue trabajar y luchar. Empezó de friega platos en Cal Boter y al cabo de los años fue el jefe de l'Ateneu de Sant Just junto a Carlos. No solo levantó un negocio en un lugar tan complicado y mítico del pueblo sino que además lo hizo a su manera: ofreciendo una mezcla de cocina catalana y asado uruguayo. El google maps nos tiró un cable y fácilmente pudimos poner una chincheta en "Cal Pau". 
s

Desde los 15 años juego a balonmano y todos los viernes, el único lugar que nos servían comida después de entrenar, era en l'Ateneu. Casualidades o no, el color del restaurante respondía a los colores del equipo del pueblo: amarillo y azul. Al inicio abundaban las cervezas y las cenas eran a base de bolsas de patatas fritas, posteriormente llegaron los bocadillos pero no fue hasta que llegaron Pau y Carlos que se instauró el chivito, la entraña y el vacío como dieta habitual de deportistas. Los últimos años fue nuestro lugar de encuentro independientemente de si eran las diez y media o las once cuarenta y cinco de la noche; como ir a visitar la abuela, ellos siempre tenían un plato caliente para nosotros.
Llegó un día de 2013 en que Pau y su mujer Celina decidieron regresar a su Uruguay natal e iniciar una nueva etapa de su vida más pausada, tranquila y que les permitiera disfrutar de eso llamado "tiempo". El autobús nos escupió en una carretera secundaria bajo una farola y perpendicularmente a esa, un camino con casas a ambos lados nos conduciría hasta el restaurante.


Encontramos el restaurante “Cal Pau” sin problemas, la dirección era correcta. La primera sorpresa fue al encontrar el restaurante cerrado. No era ni tarde ni temprano pero la mala hierba crecida en la entrada y las sillas recogidas hacían presenciar que el local llevaba tiempo cerrado.   


Por suerte enfrente el restaurante había una pequeña tienda de comestibles. El señor nos indicó que sólo abrían en temporada, llevaba más de dos meses cerrado pero que podíamos encontrarlo en su casa. Playa Verde es un rincón tranquilo cerca del mar y en temporada alta funciona como segunda residencia de muchos uruguayos. A inicios de invierno era como caminar por una aldea, estaba prácticamente deshabitado. Según nos informó teníamos que seguir por la calle y doblar la primera a la derecha.
A mitad de cuadra encontraríamos un portón de madera. Sin saber muy bien si esa era su casa, casi todas tenían portones de madera, picamos el timbre. Cuando se abrió la puerta, salió él con su boina. 

-¿Panxa...?

-Pero Panxa...Que fas aquí!?

Decía Pau con la voz más dulce que le he oído en mi vida. Normalmente en el restaurante eran insultos o gritos, jamás me había hablado tan relajado. 


Al principio hubo un par de segundos de silencio, él no entendía nada, estaba descolocado pero cuando reaccionó se alegró de nuestra presencia.

-Estamos de ruta por Latinoamericana y estando en Uruguay, la visita era obligada

-¿Pero por qué coño no me han avisado?- decía ya más sereno a la vez que nos abría las puertas de su casa.



Piriápolis fue una ciudad creada de la nada por el alquimista Piria a principios del Siglo XX. Actualmente conserva vestigios de su obra como su rambla costanera (paseo marítimo), un castillo y la iglesia. A día de hoy sigue siendo uno de los ejemplos de organización territorial más interesantes en el país.  Una de sus construcciones principales es el majestuoso Argentino Hotel del 1906.  




Piriápolis fue una de las primeras puertas de entrada del turismo internacional a Uruguay.Una de las visitas recomendadas es el cerro Toro. Se puede acceder por carretera o por una silla elevadora rudimentaria. Desde arriba hay una vista panorámica de la ciudad y del cerro Pan de Azúcar. De bajada del cerro se puede hacer por unas escaleras hasta llegar a un segundo mirador donde se tiene una vista de la antigua lonja de pescadores. Un lugar interesante para comprar pescado fresco.



Estuvimos tres días con Pau, Celina y sus hijos Paula y Esteba en su casa. Despertarnos el primer día con ese desayuno a base de torta casera que nos tenían preparado fue como regresar a las noches de los viernes en el Ateneu de Sant Just. 


Para celebrar el encuentro hicimos un asado, esta vez sí, 100% uruguayo a base de bife de chorizo, cuadril, tiras de asado, vacío y un espectacular vino de maracuyá. Gracias por recibirnos, por poder compartir unos días en vuestra nueva vida, por el mate y por esas charlas hasta altas horas de la madrugada.


De allí fuimos en raid hasta el Chuy, frontera con Brasil. La idea era ir avanzando poco a poco por la, costa pero como el clima estaba tan frío, era finales de otoño, decidimos ir directamente hasta la frontera. El Chuy es una ciudad peculiar ya que la carretera principal del pueblo separa Uruguay de Brasil. De un lado las tiendas responden a nombres uruguayos y cruzando la calle, los productos son brasileros. Es una zona franca de libre comercio donde se encuentra de todo a un precio más económico de lo normal. Muchas familias van y vienen, como si fueran a Andorra, a hacer sus compras. 


En el Chuy contactamos con Rodrigo, amigo de Pau y uno de los creadores del famoso coulant de chocolate de l'Ateneu. Nos ofreció un lugar donde dormir y con él fuimos a conocer las playas de Punta del Diablo y el Parque Nacional de Santa Teresa, en cuyo interior se encuentra la Fortaleza, en sus inicios fue creada para defenderse de posibles ataques de los portugueses en el S. XVIII. 

Actualmente funciona como reserva natural y es posible acampar en las zonas habilitadas. Rodrigo nos sorprendió a la mañana siguiente con unos bizcochos y hasta nos acercó hasta la frontera en coche, GRACIAS CRACK!!


Después de tres meses por la cordillera de los andes teníamos ganas de abandonar las champions -deportivas- por las chinelas -chancletas- y poder usar de una vez los pantalones cortos, así que decidimos despedirnos de Uruguay antes de tiempo y pasar a Brasil en busca de un clima más cálido.