martes, 12 de abril de 2016

08 Mágica Isla de Chiloé. Chile


A menudo nuestras mañanas comienzan sin un plan determinado. Levantarse cuando el cuerpo te lo pide, buscar algo para el desayuno, explorar el lugar y decidir si nos quedamos o seguimos. Sin embargo este día iba a ser un poco diferente porque en algunas ocasiones el no tener un plan puede meterte en algún apuro y en alguna carrera extra.
Queríamos continuar ruta hacia la isla de Chiloé ese mismo día después del desayuno. Pero sin haber tomado ni el necesario café de cada mañana, descubrimos que el barco salía hacia la isla en una hora y cuarto desde el Puerto de Chacabuco que estaba a 20 minutos en colectivo-buseta de Puerto Aisén, donde nos encontrábamos nosotros. De repente la tranquila mañana pasó a ser toda una carrera. Hacer las mochilas en 5 minutos, lavarse un poco la cara y correr con las mochilas encima. Correr y correr para agarrar el colectivo lo antes posible. Media hora después estábamos en las oficinas de la naviera austral en el puerto de Chacabuco pero ya no se vendían billetes porque el barco zarpaba en 20 minutos. Corriendo esta vez hacia el barco, nos subimos sin billete y probamos suerte. 




Nos lo vendieron a bordo a 5 minutos de zarpar. El coste de nuestro trayecto, que era el mas largo que hacía el barco, fue de unos 21 euros por persona. Este tipo de transporte también esta subvencionado en Chile.
Al fin descargamos las mochilas de la espalda y dejamos de correr. Toda esta prisa tenía una explicación; el siguiente barco no zarparía hasta 4 días después...así que...queríamos agarrar este como fuese! 
Ya mas tranquilos, sentados en la proa del barco con aire fresco en la cara, nos relajamos y unas buenas vibraciones se apoderaron de nosotros. 




El recorrido del barco pasa por lugares en los que el pacífico que se empeña en meterse continuamente entre unos fiordos ofreciendo un paisaje impresionante durante las 30 horas que dura el viaje. 


                                     

Lucía el sol gran parte del día y no había mucho viento por lo que era muy agradable salir a las terrazas de proa o de popa. Y la posibilidad de lograr ver ballenas en aquel lugar nos tenía bastante entretenidos. Aunque no se dejaron ver en esta ocasión, sí que nos acompañaron unas cuantas toninas o delfines, leones marinos y peces no identificados.




En esta zona de Chile, pareciera que el continente se deshiciera y una parte se fuese desenganchando de él hasta convertirse en unas cuantas islas. La mas grande de ellas es Chiloé; la isla de los brujos. 
Una isla rodeada de míticas y antiguas leyendas. "O te engancha o te rechaza", nos comentó alguien de la propia isla.


  
Se trata de la Isla Grande de Chiloé y es la mayor de las islas que integran el archipiélago de Chiloé. Tiene unos 180 kms de norte a sur y un ancho de 50 km aproximadamente. 




Desde el puerto de Quellón donde nos dejó el barco, nos desplazamos a la ciudad de Castro. 




Este lugar se caracteriza por sus famosos palafitos, situados en el borde costero de la bahía Punta de Choros en la ciudad. Se trata de viviendas apoyadas en pilares o simples estacas con cierta similitud a las viviendas de Venecia.




Su economía se sustenta en la actividad pesquera del marisco y el cultivo de salmones entre otros.  Chile exporta gran cantidad de pescados y mariscos a otros países como Japón y gran parte sale de las aguas de esta isla. También es bien conocida esta zona por sus artesanías como la cestería y las mantas tejidas a telar, calcetines, chalecos, abrigos tejidos a mano. Muy recomendable visitar el mercado de Castro por sus artesanías y por sus productos gastronómicos mas típicos.



Aquí fue donde conocimos a Marcela y a su hija Celeste. Nos acogieron en su casa y pudimos compartir algunas cenas, charlas, risas y abrazos. Una mujer chilota, con gran carácter y luchadora por mejorar la situación de su gente, que trabaja como socióloga y que nos explicó gran parte de la historia de esta tierra. Unos días geniales con vosotras!



Es así como, según nuestra humilde experiencia, creemos que uno puede conocer a la gente de cada lugar y por tanto el lugar mismo de una manera mas profunda y auténtica; compartiendo tiempo, cotidianidad, largas charlas e intercambio de ideas sobre cualquier tema. Esa ha sido nuestra filosofía desde que pocos años atrás, en un viaje por diferentes países de Centroamérica, nos dimos cuenta de lo mucho que te aporta el viajar así. De todo el aprendizaje que te llevas de cada cultura y de las diferentes maneras de vivir, del cariño compartido con personas a las que no conocías de nada y que de repente se convierten en amigos y casi en familia. En algunos casos sabes que es poco probable que te vuelvas a ver y esto amplifica mucho todos los sentimientos. A otras personas sabemos que sí os encontraremos de nuevo en algún rincón de este pequeño gran planeta!

Salud!

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